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DESPLAT EN LO DECRÉPITO
por Conrado Xalabarder

Gordófoba, islamófoba, sexista, edadista, homófoba, rusófoba o misógina son algunos de los calificativos que de modo casi unánime le ha dedicado la crítica de cine a la nueva película de Roman Polanski, The Palace, que se estrena hoy (pueden leerse esas críticas en Filmaffinity). Todas son consideraciones subjetivas, personales, que poco tienen que ver con el análisis cinematográfico. Yo no estoy de acuerdo con ninguna de ellas: The Palace no es gordófoba, islamófoba, sexista, edadista, homófoba, rusófoba ni misógina sino un retrato inmisericorde de lo decrépito, lo decadente y lo grotesco. Y deliberado: basta con ver lo que hace Alexandre Desplat -ater ego, siempre, del director- para constatar que no pretendía hacer una comedia para entretener y hacer reír. Pero la crítica, se sabe, nunca se fija en la música, simplemente la ignora.

En su crítica para Cinemanía, dice Toni Vall, y a mi parecer con toda la razón:

"No puedo evitar imaginar qué diríamos si The Palace la firmase, por ejemplo, Quentin Dupieux: gran sátira, surrealismo inteligente, bizarría loca... ¿Que la dirige Polanski? Machismo, humor chusco y burda escatología. Así están las cosas, me temo. Se le ha atribuido al director polaco que con este absoluto disparate se quiere vengar de sus críticos, de todos aquellos que le odian. Puede ser su propósito, quien sabe, pero no diría que solo se ría de ellos. The Palace podría perfectamente ser la obra final, libérrima, absurda e insoportable de un artista fundamental que está hasta las narices del mundo en que vive".

Quentin Dupieux o Wes Anderson o Terry Gilliam o incluso el Blake Edwards de algunas de las secuelas de la saga The Pink Panther y sus gags algo casposos. Porque efectivamente The Palace es casposa, anticuada, decadente y con poca gracia porque no pretende ser graciosa sino agria y amarga. ¿Acaso los críticos no han visto la galería de personajes decrépitos, feos, vulgares, decadentes y crepusculares que pululan por la película, comenzando por un maravilloso Mickey Rourke?

Dice David Katz, en Cineuropa, que es una película que puede ser analizada y estudiada, y también estoy de acuerdo con él porque no la veo hecha ni para entretener ni siquiera para gustar, sino para denunciar y disgustar, buscando lo anticarismático y lo antipático, enfatizando lo vulgar y el feismo porque Polanski muestra lo horrible, un circo de freaks patéticos, un vómito amargo sobre lo políticamente correcto. Pero yo no soy crítico de cine y quizás esté defendiendo estúpidamente una película estúpida. Lo que sí tengo clarísimo es que Roman Polanski es un cineasta inteligentísimo que siempre ha manejado la música de un modo muy calculado y preciso, con intenciones claras.

El propio Alexandre Desplat me explicó que a diferencia de lo que sucede con otros directores, Polanski tiene meridianamente estudiado qué va a aportar desde la música, qué quiere contar y cómo lo pretende enfocar. Por ello hay que ver (que no escuchar) la música para entender el mensaje. Y la música de Desplat no es la de haute comédie a lo Mancini, sino es música de comedia apagada, fláccida, decadente, incluso decrépita. ¿Desplat sin inspiración? ¿Desplat en horas bajas? Desplat es uno de los compositores más hábiles e inteligentes en el cine actual y su música es la voz de Polanski: basta con escuchar (ahora sí) el vigor que tiene la música en créditos finales justo al acabar el filme, con un tema -adjuntado en este editorial- que es puro sarcasmo e inteligencia. Yo no soy crítico de cine pero he aprendido a ver (que no escuchar) la música en las películas, y a través de Desplat he visto que este Polanski no tiene nada que ver con lo que reflejan las devastadoras y crueles críticas que le han dedicado a uno de los cineastas más fundamentales de la Historia del Cine. Yo, al menos, he visto otra película muy diferente.

EDITORIAL
PRÓXIMOS LANZAMIENTOS
NUEVO MIEMBRO EN IFMCA
17.04.2024

Tenemos la enorme alegría de compartir con nuestros seguidores que Gabriel Yong han sido admitido como miembro con pleno derecho en la International Film Music Critics Association (IFMCA), de la que MundoBSO forma parte desde sus inicios. Ahora Gabriel se une a Conrado Xalabarder, a Ignacio Marqués y a Mario Pons en esta asociación.

Gabriel Yong es un joven peruano entusiasta de la música de cine de animación japonesa, de videojuegos y por supuesto también de cine y televisión. Con sus aportaciones se ha ganado el respeto de nuestros seguidores. Muchas felicidades, compañero!

NOTICIAS
BSOS
CHICO Y LA GARZA, EL
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IcarusG / Tras varias escuchas activas y comprender bien a Joe Hisaishi, podría decir que esta es sin duda su banda sonora más personal e íntima. Joe Hisaishi comenzó en la música dentro del género del minimalismo con un álbum de electro-pop minimalista llamado "MKWAJU". La composición del álbum estuvo influenciada en gran medida por la ola de minimalistas estadounidenses de los años 60 y 70, pero el compositor no triunfó con esto y la banda con la que hizo esta obra se disolvió. El creador de ese "sonido Ghibli" siempre ha estado conectado con esa rama musical pero al comenzar a realizar música para películas se le forzó a dar un salto a la música orquestal, en la que acabó desarrollándose y mejorando pero sus raíces minimalistas siempre han estado ahí presentes y se pueden denotar en sus más famosas obras.

"El chico y la garza" es la obra más personal, introspectiva y metafórica del director Hayao Miyazaki. Quizá su obra más compleja, con un gran mensaje y con varias lecturas. Hisaishi no podía hacer esta banda sonora como una más, esto tenía que ser algo especial, algo personal que uniese su firma de autor más personal junto a la de Miyazaki en un film que nos lleva de la mano por su infancia y vida. Así que el compositor decidió tomar la misma dirección para componer la música de esta obra en la que sería una banda sonora distinta a las anteriores, mucho más especial y a la vez mucho más personal que nunca.

Su primer disco, "MKWAJU", fue atrayendo a nuevos seguidores de la parte minimalista de Joe Hisaishi con los años. Pero Joe Hisaishi dejó atrás el minimalismo hace muchos años y solo podían escucharse retazos de esas raices en sus discos más personales.

"¿Cómo vivirás tú?" es el título original de la obra de Miyazaki, que cuando tuvo el proceso de animación cerca de ser completado comenzó con su banda sonora. Después de casi 40 años de colaboración artística, cuando Hisaishi vio la película por primera vez en 2022, Miyazaki le dijo al compositor: "Lo dejo todo en tus manos". Confiando a Hisaishi la partitura de su película más personal casi sin dirección. Con el impulso de la partitura siendo una breve pieza para piano que Hisaishi escribió como regalo para el 81 cumpleaños de Miyazaki, el tema "Ask me why". Tema que acabó siendo el principal del film.

Hisaishi entonces tomó la película más personal de Miyazaki y realizó su banda sonora más personal. Una banda sonora en la que vuelve a sus raíces minimalistas, pero orquestando cuando es necesario como en grandes y memorables temas como "The Great Collapse". Una mezcla de el estilo más puro y personal de Hisaishi con el estilo orquestal con el que compone en las películas.

El resultado es la obra más especial del autor. Y probablemente la más infravalorada por ser distinta a las anteriores, pero no distinta al más puro estilo del compositor. Temas pegadizos, muchos muy memorables, momentos en los que la banda sonora toma todo el protagonismo, otros en los que sabe dejar respirar al film y dar protagonismo a la animación. Una banda sonora perfecta para una película tan personal, que estoy seguro de que el tiempo sabrá darle todo el valor que se merece. Una obra de arte.
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