Tercera entrega de Men In Black (97). Cuando se recibe la información de que el Agente K podría morir a manos de un alienígena, lo que cambiaría la historia para siempre, el Agente J es enviado a los los años 60 para evitarlo.
El compositor mantiene la línea musical que aplicara en las dos entregas previas, pero con resultados que acaban por ser bastante rutinarios y demasiado serios en comparación con el tono desenfrenado y de farsa que caracterizó sus otras bandas sonoras. La inevitable pero excesiva dependencia del tema principal resta personalidad a esta creación, que es funcionalmente eficiente pero poco interesante salvo en algún momento lírico.