A finales del siglo XIX la llegada del tren a un pueblo aislado trae el progreso, pero también a un oscuro usurero con turbios negocios. Cuando expropia una masía su propietaria hará lo posible por recuperar su casa.
La compositora aplica una creación que desarrolla en dos niveles: por un lado el orgánico, que es duro y agreste, apegado a la tierra y la rudeza de los personajes; por el otro, música que trasciende a lo dramático para explicar las razones, motivaciones y emociones de los protagonistas. Todo ello con solidez y solvencia en su estructura y momentos de cuidada belleza.