En el París del año 2000, una momia con poderes malignos hace surgir un fantasma egipcio en el museo del Louvre. De noche, la criatura deambula por los pasillos, hasta que se reencarna en el cuerpo de una joven.
En su afán de dar majestuosidad, el compositor fusiona voces, aplica música étnica y mezcla la acústica con la electrónica, pero en su resultado final acaba siendo un trabajo algo disperso, no muy bien integrado en una película que, de todos modos, está muy por debajo de la partitura.