Año 2018. John Connor ha sido elegido para liderar la lucha de los humanos contra las máquinas. Sin embargo, el futuro que estaba previsto para él es modificado cuando aparece un extraño cuyo último recuerdo es estar en el corredor de la muerte.
Las comparaciones, aunque odiosas, son inevitables, y más cuando existe unas referencias previas tan sólidas como las del Terminator (84) y especialmente su secuela. De lo que hiciera en su momento Brad Fiedel, Danny Elfman mantiene -aunque con menor pulso- la presencia de lo metálico y el tono apocalíptico, así como un motivo extraído del tema principal de Fiedel, que Elfman hace derivar por vertientes más dramáticas.
La comparación no beneficia a Elfman, pero de todos modos lo que despliega es una muy estimable creación enfática, de acción, muy intensa en lo orquestal y controladamente violenta. Fomenta lo anárquico y lo imprevisible, con gran rigor. No tiene la gran personalidad de las obras de referencia, pero está a la altura de lo esperado.