Falta poco más de un mes para que finalice 2022 y creo que nadie puede cuestionar que Bear McCreary vaya a ser proclamado el compositor más importante del año. Se ha ganado este reconocimiento avanzado por sus extensas, intensas y apasionantes creaciones para la serie televisiva The Lord of the Rings: The Rings of Power y el videojuego God of War: Ragnarök, de cuya banda sonora hoy publicamos la pormenorizada reseña de Ignacio Marqués. A ambos trabajos se les suman los de las también series televisivas The Serpent Queen, Outlander (sexta temporada), The Walking Dead, que concluye su andar zombi tras nada menos que once temporadas, la segunda temporada de Foundation, la tercera de See, el telefilme Our Time (del que bien poco sabemos) y el largometraje Paws of Fury: The Legend of Hank.
Observará quien lea este editorial que de los nueve títulos mencionados solo cuatro tienen ficha abierta en MundoBSO. Desde hace 21 años no damos abasto con las bandas sonoras en general pero este 2022 no estamos dando abasto con McCreary en particular. Las horas invertidas en desgranar la banda sonora de The Rings of Power han sido tan apasionantes como incontables, y han dado como fruto un vídeo/dossier de casi una hora de duración: nadie en el mundo ha hecho algo remotamente parecido, y por ello estamos muy orgullosos. Y, de momento, nadie en el mundo ha hecho algo remotamente parecido a lo que ha hecho Ignacio Marqués con God of War: Ragnarök, y por ello estoy tan orgulloso de tenerlo a bordo. Pero no damos abasto con McCreary... ¡hay más bandas sonoras, hay más compositores!
Por supuesto le dedicaremos a McCreary el tiempo que sea necesario en todas sus demás obras, si creemos que merecen esa inversión en energía y horas. Creemos que tanto The Rings como Ragnarök han necesitado horas, muchas horas de estudio, porque los resultados muestran y demuestran el nivel alcanzado y son creaciones que a la vez son auténticas lecciones para quienes quieran ir más allá de las emociones y comprender, empíricamente, la dimensión de la dramaturgia y la narración musical en el audiovisual. Sería más cómodo, rápido y menos problemático limitarnos al Oh, es una música muy bonita (y derivaciones), pero eso sería insultar a las infinitamente más horas invertidas por McCreary en crear estas obras.
En poco más de un mes cerraremos 2022 con un balance anual, en el que hablaremos de diversas obras y muchos compositores, que merecen ser mencionados. Pero nadie va a poder negar que 2022 es el año de Bear McCreary. A ver qué nos regala en 2023. Expectación máxima.