No creo que haya persona alguna en el mundo, al menos el occidental, que no haya tenido alguna experiencia en su infancia, juventud y/o madurez con la maravillosa fauna de muñecos creados por Jim Henson, tanto para la televisión como para el cine. No había podido ver hasta ahora el documental de Disney+ Jim Henson Idea Man (24), pero siendo nada menos que Ron Howard el director me ha sorprendido y decepcionado el absoluto ninguneo dispensado a todos aquellos que, a través de sus músicas, contribuyeron al triunfo de Henson. El documental -finalista a ocho premios Emmy- va sobre Jim Henson, su vida, su lucha, su familia pero también su creación, incluyendo los mecanismos y técnicas para que los muñecos pudieran cobrar vida descuidando, eso sí, la mucha vida que les insufló siempre la música.
Obviamente aparecen en el documental el legendario Mah Nà Mah Nà de Piero Umiliani o la bellísima The Rainbow Connection, de Paul Williams, entre otras canciones, pero no hay ni una sola mención a los creadores musicales: Umiliani no estuvo entre ellos, pues su música proviene del documental erótico Svezia, inferno e paradiso (68), y fue comprada. Pero sí Paul Williams, doblemente finalista al Oscar por su música y la canción citada de The Muppet Movie (79), autor de la banda sonora de The Muppet Christmas Carol (92), y que además tuvo varias intervenciones memorables en los episodios televisivos. También fueron nominados al Oscar Joe Raposo -autor además de la sintonía de Barrio Sésamo- por The Great Muppet Caper (81). Lo fue por la formidable canción a lo Busby Berkeley The First Time It Happens, y Jeff Moss por la música de The Muppets Take Manhattan (84), y Bret McKenzie lo ganó por la canción Man or Muppet, de The Muppets (11). Tampoco hay que olvidar a Hans Zimmer y su Muppet Treasure Island (96), a Trevor Jones con su increíble Dark Crystal (82) pero sobre todos a Sam Pottle, creador del tema musical de obertura de The Muppet Show.
Ninguno de ellos es siquiera citado en un documental que sí incluye numerosas entrevistas a familiares y creativos (Frank Oz, el más destacado) pero que a Ron Howard no le haya parecido interesante explicar la aportación de los compositores e invisibilizarlos supone una oportunidad de oro perdida y desperdiciada de poner en valor lo mucho que sumaron al fantástico mundo de Jim Henson. Viniendo de Ron Howard es especialmente lamentable.