Tres hombres, enemigos entre sí, van en busca de un cuantioso tesoro, enterrado en la tumba de un cementerio. Uno sabe en qué cementerio; el otro en qué tumba y el tercero pretende averiguarlo siguiéndolos.
Espectacular partitura, quintaesencia de los trabajos en el género del western del compositor italiano, con orquesta sinfónica ampliada con voces, silbidos, disparos y con la voz soprano de Edda Dell’Orso. Su contundente tema principal, las voces corales, la peculiar instrumentación y, muy especialmente, el tema «El éxtasis del oro», la han convertido en uno de los grandes clásicos de la música de cine.
La escena en la que aparece “el éxtasis del oro” corresponde a la llegada del feo al cementerio y su frenética búsqueda de la tumba con la inscripción que el bueno le ha indicado. En dicha secuencia, la música es eufórica, de intensidad creciente y con el apoyo de Edda Dell’Orso. No retrata la avaricia del personaje, sino que aporta un concepto mucho más místico, incluso bíblico: es la llegada a la “tierra prometida”. Por tanto, la música es eufórica, apoteósica, muy alegre y feliz. Para redondear ese concepto y para dotar a ese momento de mayor fuerza, la partitura de toda la película (la previa a la secuencia) no es tan enérgica, sino más discreta. Además, la propia secuencia fue rodada con un planteamiento estético tosco y rudimentario (la cámara dando vueltas y vueltas, etc), para fortalecer aún más el poder de esa música celestial del compositor.
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