Espectáculo de acción inspirado en las luchas de gladiadores y carreras de bigas romanas, acrobacias a caballo, espectáculo de fuego...
Obra no cinematográfica, este es un espectáculo en el que el compositor recrea el período a partir obviamente no de las fuentes históricas (desconocidas) sino de las referencias cinematográficas que han calado en generaciones. Se trata de una extensa y muy variada creación donde se evoca las músicas de autores del Hollywood clásico de manera respetuosa y nada artificiosa, y que no se sustancia en la copia de aquellas memorables músicas para filmes ambientados en la Roma imperial sino que son pasadas por un filtro personal en el que también incorporan ingredientes zimmerianos que le sirven para dar un tono moderno y muy dinámico.
Esta es en su conjunto una obra magna, apabullante, que saca máximo provecho de los coros y que cuenta con varios temas épicos, bombásticos y grandilocuentes, en nada artificiosos, y que también incluye melodías líricas, refinadas y emotivas. En ese contraste y en el de confrontar lo arcaico con lo moderno logra su mejor baza: está hecha para concentrar la atención del espectador sobre el espectáculo que presencia, pero también para hacerle partícipe. No tiene, naturalmente, estructura narrativa cinematográfica, aunque sí hay temas descriptivos (como el bellísimo y delicado tema de Cleopatra), y se destaca por la más que brillante participación solista de Priscilla Hernández (en cánticos líricos o lamentativos). Un festival musical con orquesta sinfónica, coros, voces e instrumentos exóticos.