Un padre de familia ve cómo todo su mundo se tambalea una noche en que atropella accidentalmente a dos adolescentes. A partir de ese momento, tendrá que hacer todo cuanto esté en su mano para evitar que su vida quede destrozada para siempre.
El compositor firma una muy solvente banda sonora electrónica que pretende y logra generar en el resto del filme un ambiente irrespirable y hostil. Inicialmente es una música externa y contraria al personaje pero acaba metida en él, enfatizando así su descontrol psicológico y su crisis. En ese contexto, y como contrapunto, se insertan elementos dramáticos que intentan abrir luz en la oscuridad, ser resolutorios y encontrar una salida emocional al conflicto, pero la música tóxica está demasiado extendida.