En 1820 unos marineros sobrevivieron en alta mar en durísimas condiciones después de que el barco furea atacado por un enorme cachalote blanco y se enfrentaron a las tormentas, al hambre y a la desesperación. Inspirada en la historia real en la que se basó Herman Melville para escribir 'Moby Dick'.
El compositor firma una imponente música que acaba malograda y ahogada en los turbulentos mares del filme, que dan por resultado una aparatosidad que esconde la gran riqueza en matices melódicos, instrumentales y también significativos del trabajo musical.
Gira básicamente en torno a algunos temas excelentes: uno es contundente y enérgico y se aplica para la persecución y caza de los marineros. Es un tema que inevitablemente involucra al espectador en la aventura; otro, que acaba por ser el principal, es una melodía dramática de evocación y es la música del protagonista, que lo vincula con su esposa, a la que ha dejado para salir a la mar, pero también con el cachalote. Este es un tema hermoso, elegante, con aires marinos, que en algunos momentos incluye voz femenina casi al modo de canto de sirena, y que hábilmente deambula entre la ilusión y la esperanza y la desolación y desesperación, hiriente.
Hay músicas para el entorno oceánico, y son músicas adecuadas, pero no hay tema musical para el cachalote blanco, el gran enemigo, la obsesión, más allá del punto de vista del protagonista. Sí hay un instrumento aborigen, el didgeridoo, que lo referencia pero la abundancia de músicas y en especial de efectos sonoros (inevitables, también necesarios) hace que pase prácticamente desapercibido e invisible. Porque esta es una banda sonora que se aleja de los patrones clásicos y ha optado por música moderna, con modos y formas zimmerianas, pero que son aplicadas de modo plano, reiterado, insistente, casi excesivo, y de resultados poco claros, finalmente ahogados en una confusa saturación que acaba por ofrecer más el impacto que no la explicación. Y por supuesto sin espacio para sutilezas: el compositor ha hecho su música con todo tipo de artilugios sacados de la propia nave, lo que es fantástico, y es algo que puede admirarse escuchando la música fuera de su contexto, en el cd, pero que en el filme queda ensordecido. Tampoco los temas centrales resultan eficientes y hay que esperar a los créditos finales para encontrar el lugar donde Baños toca Cielo con ellos, seguramente porque ahí nadie ha opinado, ni interferido y a nadie le ha importado lo que se haga sobre fondo negro. Porque claramente esta ha sido una película pensada como negocio y no como arte.