Una mujer regresa al orfanato donde creció, con la intención de abrir una residencia para niños discapacitados. Allí, su hijo comienza a dejarse llevar por unos extraños juegos que dejarán de ser una mera diversión para convertirse en una amenaza.
El compositor firma una partitura intensa y emotiva a la vez, que fomenta una impresión de caos e imprevisión (para el terror) y de desazón y pesar (para lo dramático). Muy sólida en su estructuración temaria, es singularmente destacable el empleo de coros y su excelente tema principal, con dos partes melódicas: una que se corresponde más al espacio de la muerte y el otro a la vinculación afectiva de la madre. Ambos progresan a lo largo del filme hasta encontrar una conexión en la gran secuencia final, donde se liberan y unen.
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