Un niño asegura ver los fantasmas de los muertos, ante la desesperación de su madre, que no sabe cómo hacer frente a la situación. Un psicólogo se hace cargo del caso tratando de adivinar qué es lo que ocurre.
El elemento característico de esta banda sonora es su indefinición melódica. Aunque el compositor destaca un motivo central, este no es propiamente un tema que el espectador pueda tomar como punto de referencia, de modo que, así, las emociones e impresiones quedan a la deriva, lo que sirve para mantener una tensión psicológica a lo largo del filme.
El compositor fomenta el carácter enigmático de la música, pero también subraya una sensación de tristeza y melancolía, en forma de temas que son útiles para dotar a los personajes de una impresión de desoladora soledad, con lo cual la película adquiere un tono ambiguo de importante utilidad dramática. Utiliza unas notas al piano y unas flautas como leit-motiv para conjuntar todos estos elementos, y aparecen periódicamente a lo largo del metraje, siempre de manera discreta pero efectiva.