Adaptación de la novela de Erich Maria Remarque sobre las terribles experiencias y la angustia de un joven soldado alemán en el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial.
Tres notas persistentes y muy insistentes conforman lo fundamental en esta banda sonora, primero más a semejanza de efectos sonoros y, en un giro relacionado con el argumento y con un suceso del protagonista, en un modo claramente musical, con instrumento de cuerda. Con la primera, el compositor lanza suciedad, barro, sobre los escenarios y personajes. Son tres notas inamovibles, hostiles, estancadas; en contraste, con la segunda esa suciedad y barro se transforma en emoción humana, desoladora, devastadadora: las tres notas evolucionan, se mueven. La idea, en sí buenísima, se pierde porque en su cambio esas tres notas no conducen a nada realmente relevante en lo dramatúgico ni tampoco en lo musical. En todo lo demás, son retazos de distintas músicas, caóticas, diversas y dispersas, que resuelven sus escenas más estética que dramáticamente.