Tercera entrega de esta serie personal en la que explicamos sin orden de preferencia cuáles son, a juicio de Conrado Xalabarder, las mejores bandas sonoras de la Historia.

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3.- THE OMEN (Richard Donner, 1976). Música: Jerry Goldsmith

Es increíble que este fuera el único Oscar de Jerry Goldsmith, pero eso en realidad da igual: hay creaciones y compositores que están muy, pero muy por encima de los premios porque los verdaderos premios son esas creaciones y esos compositores. La música de The Omen es muchísimo más que una banda sonora de terror al uso, de esas que -y no pocas veces maravillosamente bien- dan apoyo y realzan una historia o unos personajes a los que sirven. Aquí es casi lo contrario: es la historia y son los personajes los que están al servicio de la música, los que casi se someten a ella. Exagero, pero no tanto: el argumento y los personajes están bien trazados y se comprenden, pero no son suficientes en la película pues ante todo y sobre todo la música de Goldsmith participa activamente presenciando a un personaje invisible: Satán. Y sin la música, ese personaje desaparecería de la trama y dejaría de interactuar con los demás personajes.

Hay un tópico tan usual como equivocado que afirma que la música es un personaje más de la película. Es absolutamente falso: la música solo es un personaje más cuando se constituye en personaje y con todas las características de personaje. Lo expliqué en este breve vídeo:

En The Omen, efectivamente, parte de la música toma forma de personaje independiente y con entidad propia, que tiene un rol protagonista que condiciona el devenir del argumento y del resto de los personajes: por un lado está el tema de la familia, que siendo de la familia no es obviamente un tema que sea personaje en sí, y por el otro el Ave Satani, que sí asume el rol de personaje.

Christian Aguilera, en su libro Jerry Goldsmith. Un camaleón musical (Kane ediciones, 2022), afirma que a lo largo del film se puede percibir la música de Goldsmith como una suerte de diálogo entre el Mal -que toma cuerpo en la persona de Damien (...) y el Bien -temas de evocación romántica en relación al amor que une a Robert y Katherine (p. 157). No es cierto: el mal no toma cuerpo en la persona de Damien hasta el plano final de la película. Basta con verla para observar que el Ave Satani es un elemento externo que no acaba de entrar en el niño -y que, cuando entra, fracasa-, y Damien es ajeno a esa música, que se manifiesta a través de otros, como por ejemplo su Mary Poppins. Por otra parte, no hay diálogo alguno entre el Ave Satani y el tema (que no temas) de la familia (o solo del matrimonio, según Aguilera): no hay diálogo sino ataque y destrucción.

He aquí el proceso de aniquilación del tema de la familia:

Asistimos pues, a un hecho sin parangón: que un tema musical representando a un personaje solo presenciado a través de la música ataque y destruya a otro tema musical y a sus poseedores. Pero hay más, pues este proceso de destrucción no le resulta sencillo y sin complicaciones a Satanás: basta con seguir el rastro al Ave Satani para observar cómo Goldsmith, de alguna manera, humaniza a Satán convirtiéndole en un personaje de humor cambiante, que se equivoca, se desconcierta, enfurece... hasta finalmente relajarse tras el triunfo final, cuando por fin logra entrar en Damien.

The Omen es una obra capital no solo por sus valores intrínsecos musicales, que son maravillosos, sino por el hito dramatúrgico y narrativo que Jerry Goldsmith aportó a la película. No se había hecho nada parecido hasta entonces, y no se ha hecho nada a ese nivel desde entonces.

Películas anteriores:

1. The Mission
2. Vertigo