Unos exploradores que llegan a una remota isla africana descubren a un enorme gorila que pretenderán capturar.
Cuando a comienzos del cine sonoro las partituras apenas se atrevían a traspasar la frontera de los títulos de crédito y raramente tomaban partido a favor de la ambientación dramática de escenarios o personajes, el miedo a la ruina económica logró conseguir que esta película contara con una extensa y rica música que ayudó a salvar la situación. Steiner lo relató así: "King Kong fue la película que salvó a la RKO de la quiebra. Pero cuando había sido acabada, los productores se mostraban escépticos sobre la reacción que podían esperar del público. Consideraban que el gorila no era creíble y que los efectos de animación eran más bien primarios. Me comentaron que estaban muy preocupados y que se habían gastado tanto dinero haciendo la película que ya no les quedaba presupuesto para la música, por lo que me pidieron si podía hacer uso de composición ya grabada. Les contesté que no disponíamos de música adecuada. El hombre más vinculado a la película, el productor Merian C. Cooper, me llevó a un aparte y me dijo: -Maxie, sigue adelante y escribe la banda sonora lo mejor que puedas, y no te preocupes por el coste porque pagaré a la orquesta y cualquier otro gasto-.
Esta confianza del productor en la capacidad y el poder de la banda sonora fue la que salvó la película. En efecto, Steiner comprendió que las carencias técnicas del filme debían ser contarrestadas con un fuerte efecto psicológico que hiciera terrorífico aquello que visualmente no lo era, y para ello trabajó en una amplia partitura que -dada la época en que fue realizada- resultó del todo innovadora y permitió además crear el adecuado entorno.
Entendió que la partitura debía aportar algo más que una mera ambientación del lugar donde se desarrollaba la mayor parte de la historia (esto es, en una isla del África negra) y que desde sus pentagramas podía preparar al espectador para la llegada de la bestia, mucho antes de que ésta apareciera siquiera en pantalla, y de este modo reforzar la sensación de angustia cuando finalmente hiciera acto de presencia. Por tanto, se trata de una presentación preliminar del monstruo protagonista, recurso que sería, a partir de entonces, frecuente en la música cinematográfica.
La película fue dotada de una poderosa composición que no sólo cumple con esa función de preparar al espectador, sino que da una información que el enorme gorila, obviamente, no puede dar por sí: sus sentimientos, su soledad y la atracción que siente por la muchacha. Además, Steiner tuvo la habilidad de no emplear música en las primeras secuencias -aquellas que transcurren en la ciudad de Nueva York- y utilizarla sólo a partir del momento en que los personajes se acercan entre la niebla a la isla donde habita King Kong, multiplicando su efectividad dramática.
Fay Wray, la protagonista, describió la obra del autor: "La música de Max Steiner fue uno de los grandes poderes de King Kong. Se mostró muy inspirado para resaltar el alto nivel imaginativo del argumento y para crear una partitura de proporciones operísticas. Si Kong me transportaba a mí, la música de Max Steiner condujo la mayor parte de la película".
Steiner desarrolló tres distintos temas: el que identificaba a la bestia, el que ambientaba geográfica y étnicamente el lugar y, por fin, el de los personajes. Con los tres creó una de las partituras más ricas, densas y brillantes de toda la década de los años treinta.
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