En toda la Historia del Cine solo ha habido una banda sonora que haya tardado 42 años en completarse. Ha sido una y con seguridad no habrá más. Yo pertenezco a una generación de privilegiados que vio su comienzo allá en 1977 y que ahora en 2019 ha visto su final. Muchos de los que estáis leyendo este editorial no existíais en 1977; otros muchos que conocieron el principio no viven para ver el final. Todos y todas, cientos de millones de personas a lo largo de estos más de cuarenta años han convivido en más de un momento con la música de John Williams para la saga de Star Wars. Este es un hecho que nadie más ha conseguido ni nadie más conseguirá. La música de Star Wars forma parte de nuestras vidas.
Yo era un niño de apenas 13 años cuando mi padre me llevó al cine con mis hermanos a ver la película de George Lucas y en aquél entonces nadie podía imaginar que esta aventura cinematográfica y musical iba a prolongarse hasta el día de ayer, cuando se estrenó Star Wars: Episode IX - The Rise of Skywalker (19) Nadie lo podía imaginar pero así ha sido, y cuando se lo cuenten a los más pequeños o a los que aún no han nacido no podrán hacerse a la idea de la gran implicación emocional que la música de Williams para esta saga ha tenido en tantas vidas. Seguramente una gran mayoría la considera la mejor banda sonora de la Historia. Yo no opino así: podría suscribir que es la más importante -es imposible encontrar otra que la iguale- pero es evidente que la improvisación y el haber ido haciendo películas sobre la marcha ha dejado grietas musicales que las futuras generaciones, si ven la serie por orden de capítulos, señalarán: como la ausencia del tema de Darth Vader en el capítulo cuarto, entre otras. Es, con sus incontables horas, una obra magna, suprema, pero no es perfecta.
Pero es que eso es lo de menos: ninguna música sinfónica en el Siglo XX (sea o no cinematográfica) ha tenido tal repercusión a escala mundial. Y es irónico que, a la vez, todos o casi todos los compositores que conozco hayan sufrido algún tipo de bullying en el Conservatorio por decir que admiraban a John Williams. Amado por la gente, menospreciado en el ámbito de la mal llamada música culta. Es algo que ha sucedido, que sigue sucediendo y que afortunadamente se va relajando. Y es que a cualquiera de esos compositores o musicólogos que minusvaloran a Williams se les podría (y se les debería) pedir que propusieran su Plan B, su alternativa a lo hecho para mejorarlo. Sería interesante sentarse en un cine o en una sala a conocer esas propuestas, y comparar. ¡Mi sugerencia a los jóvenes estudiantes de música que sufren ese bullying es que pidan conocer esas alternativas!
La historia, también la musical, se ha terminado pues y John Williams ha completado aquello que comenzó en 1977. De alguna manera esto supone un punto final también en la trayectoria cinematográfica del compositor. Ciertamente vendrán nuevas bandas sonoras pero Williams tiene muchísimos más seguidores y fans en la saga galáctica que fuera de ella, y el impacto que genera su música es mucho menor fuera del universo Star Wars, siendo evidente que pese a todo es una estrella. A partir de su próxima película el compositor volverá a la normalidad. Han sido 42 años de gloria de impacto universal que terminan aquí. Y el agradecimiento de los que estuvimos en aquél comienzo es infinito.