Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar tu experiencia y nuestros servicios, analizando la navegación en nuestro sitio web.
Si continuas navegando consideraramos que aceptas su uso. Puedes obtener más información en nuestra Política de Cookies.

Cerrar

THE LARGEST SITE OF FILM MUSIC REVIEWS IN THE WORLD! 22 YEARS ON INTERNET
36.342
BANDAS SONORAS
7.857
COMPOSITORES
7.464 OPINIONES DE USUARIOS
SÍGUENOS
USUARIO
 

EDITORIALES

CONÓCEME
CONSULTA ANTERIORES
ARCHIVO

EL GRAN MARTIN SCORSESE

15/11/2019 | Por: Conrado Xalabarder

Hoy se estrena en algunas salas de España The Irishman, la nueva -y monumental- pelicula de Martin Scorsese que pocos afortunados podrán ver en pantalla grande (que es como se debería poder ver) y la mayor parte de los interesados tendrán que ver en sus televisores, en Netflix, tal y como sucedió con Roma (18) de Alfonso Cuarón. Es una nueva aproximación a la Historia de Estados Unidos y sus mafias en el Siglo XX, basándose en un personaje real, Frank Sheeran, y su relación con el jefe sindicalista corrupto Jimmy Hoffa.

A estas alturas no es necesario celebrar a Martin Scorsese como uno de los más grandes cineastas de todos los tiempos, un director que en cada película da sendas lecciones de cómo hacer buen cine... y cómo hacer buena música de cine también. En su filmografía se han dado las tres clases de bandas sonoras: las instrumentales (originales y/o preexistentes), las de canciones (originales y/o preexistentes) y una combinación de estas. Siempre con solvencia.

Trabajó con Bernard Herrmann, Peter Gabriel, Elmer Bernstein, Philip Glass y Howard Shore para hacer cine desde la dramaturgia, la explicación y la narrativa musical, y son especialmente destacables tanto la maravillosa Taxi Driver (76) y sus tres finales consecutivos logrados con la música, como la hermosa y profunda The Age of Innocence (93), algunas de cuyas secuencias fueron montadas en función de la melodía de Bernstein y no al revés como es lo usual.

Pero Scorsese también hace cine, de otro modo y con intenciones diferentes, cuando sus películas acogen canciones, lo que sucede desde el principio de su carrera. A fin de cuentas forma parte de la generación de American Graffiti (73), la película que tanto cambió el cine y el modo de hacer uso de las bandas sonoras de canciones: el mismo año él hacía Mean Streets (73), que ambientaba con canciones, o al año siguiente Alice Doesn't Live Here Anymore (74) -me permito señalarla como una de mis películas favoritas de Scorsese-, donde las canciones ya no eran solo del ambiente sino se significaban mucho con los personajes, y estos (particularmente la inmensa Ellen Burstyn) se significaba más aún con las canciones. No eran canciones puestas al azar, o para gustar, ni tampoco para vender discos. Eran canciones para hacer cine, lo que no es lo mismo.

Tanto en Goodfellas (90) como en Casino (95), por citar solo dos de las otras películas donde hizo uso de canciones, estas sirvieron además para dinamizar y dotar de ímpetu y ritmo escenas que sin ellas no lo tendrían, y no es descabellado pensar que la decisión de incluir algunas de ellas viniera más de la parte de la montadora y alter ego del director Thelma Schoomaker que del propio Scorsese, pues grande es el grado de integración con el ritmo. Un tipo de secuencias frenéticas y dinámicas en las que no podría haber lugar para música instrumental original, que necesita su tiempo pero sobre todo su espacio sonoro para ser eficiente, lo que es difícil de conseguir con tantos diálogos y efectos sonoros prioritarios: una sucesión de canciones, por diferentes que sean, no alteran la dinámica de la película porque son individuales e independientes entre sí; por el contrario, una sucesión de músicas instrumentales forman un todo, un continuum, y es difícil que por las circunstancias no resulten más estorbo que ayuda. Por esta razón Scorsese, en sus bandas sonoras mixtas, diferencia aquello que es ambiental (canciones) de lo que es explicativo y dramático (la música): por ejemplo en Gangs of New York (02), en The Aviator (04) y en menor medida -pues la música instrumental original resuelve solo el tramo final del filme- en The Irishman.

Pero esto sucede cuando Scorsese quiere música para profundizar y explicar, allá donde las canciones en el mejor de los casos solo matizan o contrastan, lo que también sucede en The Irishman por ejemplo con el simpático y sarcástico empleo de la música preexistente instrumental de Mario Nascimbene para The Barefoot Contessa (54) En este filme en particular, tal y como he señalado en la reseña, las canciones se aplican en la mayor parte de los casos con el propósito de dar al conjunto del filme un tono crepuscular, lánguido, de ocaso. Y por tanto no son elecciones meramente estéticas sino, aunque no narrativas, sí determinantes para conseguir de este filme una nueva obra maestra del cine del inmenso y grande Scorsese.

Compartir en
 
comentarios de los USUARIOS Deja un comentario
Deja un comentario
Atención Una vez publicado, el comentario no se podrá modificar. Publicar
No hay ningún comentario
 
de 0 a 5 Editoriales de 453
Siguiente
17/05/2024 | Por: Conrado Xalabarder
Hay ocasiones que los directores se convierten en el peor enemigo de su película, en una suerte de saboteador o boicoteador. Es el caso de Benito Zambrano en su película El salto.
10/05/2024 | Por: Conrado Xalabarder
Con Kingdom of the Planet of the Apes no ha habido más suerte que con The First Omen: casi ningún crítico de cine se ha enterado ni por tanto ha comentado la obvia vinculación musical que hay con la película de 1968.
03/05/2024 | Por: Conrado Xalabarder
Hay películas grandes con grandes músicas que acaban siendo pequeñas y películas pequeñas con músicas pequeñas que resultan ser muy grandes. En esto último entra de pleno La casa (24), con Fernando Velázquez.
26/04/2024 | Por: Conrado Xalabarder
Las devastadoras críticas que ha recibido el último filme de Roman Polanksi no se ajustan a lo que es la película que muestra Polanski y que se demuestra a través del uso de la música de Alexandre Desplat,
19/04/2024 | Por: Conrado Xalabarder
Esta semana, el pasado martes, se celebró el centenario del nacimiento del inmenso Henry Mancini, fundamental no solo en el ámbito cinematográfico sino más ampliamente en la música estadounidense del Siglo XX.
de 0 a 5 Editoriales de 453
Siguiente