A pesar de todo lo avanzado, en 2019 muchos aún siguen estancados en la obsoleta idea de que la música de cine se compone para imágenes, al modo de empapelamiento en el que el compositor parece cumplir con su oficio si, efectivamente, pone música a imágenes. Su labor como cineasta, como dramaturgo, como co-narrador, como el creador que puede enfatizar, matizar o incluso contradecir aquello que está expuesto en el resto de la película, y que en no pocas ocasiones no tiene absolutamente nada que ver con las imágenes, pasa así desapercibido para muchos. La más reciente de una larga cadena de despropósitos que no acaba de romperse la ha traído FIMUCITÉ con su anuncio del concierto + proyección de Bram Stocker's Dracula (92) La nota de prensa del festival, recogida por medios de comunicación, afirma:
Bajo la batuta de Diego Navarro, director artístico del festival, la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST) y el Tenerife Film Choir interpretarán la aclamada partitura escrita por el compositor polaco Wojciech Kilar para el filme de Francis Ford Coppola de 1992, de manera sincronizada con las imágenes de esta icónica película.
La profesionalidad de Diego Navarro y la calidad de la orquesta y coros auguran un evento maravilloso, eso no está en cuestión. Pero la música de Kilar no se sincroniza con las imágenes: se integra en la película y forma parte de ella, y en importantes aspectos no tiene relación alguna con las imágenes sino con la narración y la dramaturgia. Estos conciertos devuelven a la película aquello que se le ha quitado, pero de un modo irreal puesto que en el filme la música ocupa distintos niveles sonoros y de percepción, en tanto en estos eventos se expone de modo protagónico y notorio.
Pero aún así no tiene nada que ver con sincronizarse con imágenes sino con construir -en este caso- personaje: en Lecciones de Música de Cine publicamos un capítulo con vídeo (Drácula desde dentro, que recomiendo ver) donde se comenta el uso dramático y narrativo de la música, en un guion musical que estoy seguro fue ideado más por Coppola que por el propio Kilar para completar así la película. No es un añadido, no es un extra, ni es música para gustar ni música para acoplarse o sincronizarse a imágenes, sino música para construir personaje y película. Entonces, siendo esto tan evidente, ¿por qué se anuncia este evento señalando como su máximo logro el sincronizarse con las imágenes? ¿Es un evento circense de retos por superar ante el público asistente?
La próxima semana publicaré un artículo en el Ágora donde incluiré unas declaraciones en vídeo de Jerry Goldsmith que son algo amargas pero muy clarificadoras respecto a qué consiste el oficio del compositor cineasta y que, con seguridad, suscribirán todos aquellos compositores que se sientan parte de la arquitectura de la película, no meros sincronizadores. No dudo que Navarro y su equipo estén de acuerdo con Goldsmith y tampoco dudo que sepan que la música de cine no es un ejercicio de sincronización pero ¿por qué explicarlo erróneamente y extender así el desconocimiento de lo que es este arte? Es cierto que el de manera sincronizada con las imágenes en un concierto de este tipo es strictu sensu cierto (¡lo es!) pues a fin de cuentas al devolver la música a su propietaria (la película) lo que se hace es colocarla en sus puntos exactos. Y también es posible que sea cierto que anuncios alternativos que vengan a indicar ideas como crear película, explicarla, etc, pueden resultar intelectuales (¡lo son!) y ser reclamos poco comerciales. Puede ser que al público, o a parte de él, o incluso al mismísimo director de la orquesta no le importe el factor cine de la música que se está recolocando en su sitio, pero no por ello deja de existir.
Disfrutar una banda sonora no significa necesariamente comprenderla. ¿Qué percibirá la gente en el concierto? Sospecho que la gran mayoría solo estupenda música y, lo que puede ser peor, solo música para acompañar imágenes y transmitir emociones, que es lo que lamentablemente no pocos creen que es la música de cine. ¿No sería interesante explorar la posibilidad que este tipo de eventos fuera además (para quien quisiera) una lección de cine? Mientras los conciertos+proyección (hablo de este y hablo de cualquiera) solo sean un espectáculo maravilloso y útil desde la perspectiva estrictamente musical la inmensa mayoría seguirá viendo el trabajo del compositor como empapelador o gondolero, no como cineasta. Hace falta dar un paso adelante y facilitar al gran público la perspectiva real de la música de cine: explicar el cine que hay en ella. Lo que no sea eso, solo será espectáculo de música y de cine pero desde luego no de música de cine.
Por eso, quienes tienen voz que es escuchada o escriben palabras que son leídas deben desterrar de una vez términos que resulten confusos, erróneos, que aunque sea involuntariamente acaban perjudicando a la música de cine y al conocimiento sobre ella. No cuesta nada y a cambio el beneficio puede ser grande. FIMUCITÉ es solo uno más de muchos otros eventos que no han cambiado el chip y que deberían hacerlo cuanto antes. Ellos, indirecta e involuntariamente, son así también responsables de algunas barbaridades que se publican en medios no conocedores de la música de cine y que se extienden entre la gente. No me escuchen a mi, si no quieren: oigan lo que les va a decir Jerry Goldsmith.